05 de juny 2011

Benaurats els qui excel·leixen

Las escuelas, los institutos, las universidades o el profesorado excelentes no se crean por regulaciones legales o administrativas, sino por el afianzamiento de políticas que apoyen el buen hacer y no toleren lo que lo entorpezca. El alumno excelente es, sencillamente, el buen alumno. La entrada en escena del tema de la agrupación segregada de estudiantes excelentes es otra de las ocurrencias a las que estamos acostumbrados, que no tendría más importancia si no afectase a una de las columnas del sistema: la de la comprensividad planteada ahora con más sutileza.
Querían quitarse de en medio a los peores, a los pendencieros, a los que no saben apreciar las esencias de una educación costosa que no aprovechan, añadiendo el convincente argumento de que los débiles académicamente entorpecen y frenan la fecunda enseñanza de una parte del colectivo profesoral, que ve cómo su promisoria semilla esparcida para todos no germina en un porcentaje significativo del alumnado, tierra infértil del sistema.




Teniendo una mínima decencia no es fácil presentarse en sociedad razonando que una parte importante de los alumnos están genéticamente abocados al fracaso. Mucho menos puede apelarse a una distinción de origen entre quienes merecen dominar el mundo terrenal y los bienaventurados, pobres de espíritu, que serán preferidos en el otro mundo.




La conciencia de ser buena gente no puede admitir que se expulse del sistema a quienes teniendo derecho a estar escolarizados siguen una pobre trayectoria a lo largo de la escolaridad y se ven abocados al fracaso. Qué hacer con ellos es una pregunta cuya respuesta inquieta social y moralmente.




¡Eureka! Se puede hacer lo contrario. Si no se permite o está mal visto desalojar a los débiles, dejémosles con los "normales" y sacamos del conjunto mediocre a los superalumnos, que no es lo mismo que los superdotados. No es infrecuente que estos fracasen en las escuelas e institutos.




El efecto es el mismo, pero la estrategia es más presentable. Los padres y madres no van a sentirse avergonzados por no tener un retoño superdotado. Ya que parece poco rentable apoyar a los más débiles para mejorar la posición en el ranking de PISA o en otros indicadores, concentrémonos en los mejores. Este podría ser el planteamiento de quienes, a pesar de evidencias científicas, buscan la estratificación del alumnado a toda costa.




La ocurrencia de segregar a los excelentes parecía ser en experimento controlado que podría tener algún interés para extraer conclusiones que podrían extrapolarse a los centros donde haya algún alumno o alumna excepcionales. Pero, al querer extender esa experiencia a todos los centros, se pueden ver otras intenciones en el proyecto. ¿O es que se ha descubierto mucha más excepcionalidad de la que creíamos que había?
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Me asalta una duda. Un sistema que parece ser incapaz, por lo visto, de responder a las deficiencias y lograr que nadie quede atrás es poco probable que sepa manejar la excepcionalidad por arriba. Es sabido que los alumnos sobredotados encajan bastante mal en las estructuras de funcionamiento de las aulas y los cetros, que se aburren o manifiestan inapetencia intelectual por unos contenidos a los que ellos -inteligentes que son- no les ven sentido.






(per acabar de llegir cliqueu aquí)



José Gimeno Sacristán és catedràtic de Didàctica de la Universitat de València.

2 comentaris:

Thera ha dit...

Déu-ni-dó amb el tema, vaja,... adequat en els temps que corren...

De tota manera m'has fet pensar en una reflexió que tenia una mica 'abandonada', però no us heu parat mai a pensar que el que li permetem a l'esport no ho permetem a l'escola. En definitiva bé que creem centres d'èlit per a esportistes d'èlit que de ben jovenets que s'aparten de la normalitat, això ho veiem cada dia en el món del futbol, de l'atletisme, la natació,... Perquè ens fa tanta basarda una escola d'èlit¿? He de reconèixer que a mi també me'n fa pensar-hi...

quim ha dit...

m'encanta el teu blog.

quimgilipoeta